En Argentina hay más de 2 millones de diabéticos. Pero el 50% de ellos no sabe que padece esta enfermedad, que aumenta en el mundo día a día por culpa de los malos hábitos de vida. Aquí contamos cómo prevenirla, además de todas las novedades para tratarla.
En la Argentina, el 7% de la población, aproximadamente dos millones de personas, tiene diabetes. Sin embargo, sólo el 50 % lo sabe. El problema es que son pocos los síntomas clínicos que presenta la enfermedad en sus primeras etapas.
Y nuestro país es un reflejo de lo que pasa a nivel mundial: hay 170 millones de diabéticos. Un número alarmante, pero lo que más preocupa a especialistas y profesionales es su rápida expansión. La O.M.S. (Organización Mundial de la Salud) prevé que dentro de 10 años existirán 239 millones de diabéticos en todo el mundo.
En realidad, la diabetes no es una sola sino que existen dos clases. La primera, llamada tipo 1, se desarrolla casi siempre antes de los 40 años, en personas delgadas, y se presenta de forma explosiva con síntomas evidentes. Este tipo corresponde a una minoría: sólo el 10 % del total de diabéticos. En cambio, la diabetes tipo 2 es la más difundida y la que hoy está creciendo a pasos agigantados en todo el mundo.
Aparece, por lo general, después de los 40 años y se da casi siempre en personas con problemas de obesidad y sedentarismo. “La diabetes es una enfermedad social, producto del mundo moderno donde los alimentos están más accesibles que nunca y en el que el movimiento físico es casi innecesario. Justamente, la obesidad y el sedentarismo sumados al estrés son los grandes factores desencadenantes de la diabetes de tipo 2”, explica el Dr. Jorge Alvariñas, jefe del Servicio de Nutrición del Hospital Tornú.
Y si bien la enfermedad dejó de ser mortal en 1923, con el descubrimiento de la insulina, justamente debe conocerse su existencia para seguir el tratamiento. Porque se puede volver tan mortífera como en el siglo pasado.
La diabetes de tipo 2 trabaja en silencio dentro del organismo sin provocar síntomas clínicos hasta cinco años después de su comienzo, cuando ya existen complicaciones neurológicas o microvasculares. De ahí la importancia de la detección precoz y de las campañas de concientización. La presencia de la enfermedad se descubre de una forma muy sencilla, midiendo los valores de glucosa en la sangre.
La diabetes se produce en el organismo por una producción deficitaria de la hormona de la insulina, encargada de regular los niveles de glucosa que ingresan a través de la comida y que penetran en las células y se transforman en energía. Cuando esta hormona falla, la glucosa queda acumulada en la sangre y se produce la diabetes.
Los valores normales de glucemia son de 126 miligramos en ayunas. Cuando se sobrepasa este nivel, la enfermedad empieza a atacar al organismo. Exteriormente no se nota hasta que la glucemia llega a más de 180 miligramos. Es entonces cuando comienzan a aparecer los síntomas.
La Dra. Susana Salzberg, directora de la Escuela de Graduados de la Sociedad Argentina de Diabetes, detalla cuáles son los más notorios: necesidad frecuente de orinar, sed o hambre constantes, visión borrosa, hormigueo en brazos o piernas, cansancio intenso, infecciones recurrentes en la piel y cicatrización lenta. En la diabetes tipo 1 además, hay una brusca pérdida de peso. El Dr. Alvariñas destaca que “al estar el organismo en reposo muchas veces no se detecta el problema, pero sin embargo existe. Por ello, en la población de riesgo es conveniente realizar otro estudio llamado curva de glucemia que es un simple examen de sangre que se hace después de haber ingerido azúcares”.
La población que tiene riesgo de contraer la enfermedad y que debería hacerse exámenes periódicos es la que presenta uno o más de estos factores: antecedentes familiares de diabetes, obesidad, colesterol o triglicéridos elevados, afecciones frecuentes en la piel, mujeres que hayan dado a luz bebés de más de 4 kilos –por probable diabetes gestacional –, hombres menores de 40 años con antecedentes de infarto de miocardio y/o con impotencia sexual.
Para personas de este grupo, los especialistas recomiendan, además de los controles para detectar la enfermedad, la prevención. Algunas medidas en este sentido son: cuidar el peso, evitar el estrés, realizar actividad física y consumir en forma limitada dulces e hidratos de carbono.
Las creencias populares
A pesar de las creencias populares, la diabetes no convierte a una persona en inválida ni la coloca en riesgo permanente de sufrir un severo ataque. “La diabetes es una patología crónica que hasta el momento no podemos curar –admite la Dra. Salzberg–, pero sí es posible la compensación metabólica que permite una vida plena. Por eso la participación del paciente es sumamente importante, ya que tiene en sus manos la responsabilidad del control glucémico y de llevar adelante el tratamiento”.
Tampoco es cierto que todos los diabéticos deben inyectarse insulina a diario y de por vida. Esto sólo ocurre con el grupo que padece diabetes tipo 1, –250.000 personas en nuestro país–, a quienes se llama insulino dependientes. Las personas que padecen diabetes tipo 2, se inyectan insulina a veces. Su tratamiento fuerte lo constituyen la dieta, la actividad física y la medicación por vía oral.
Nydia Farhat, de la Federación Argentina de Diabetes, es mamá de una nena de 11 años que padece la enfermedad. La institución de la que forma parte tiene 28 años y reúne a 121 asociaciones de lucha contra la diabetes de todo el país. “Lo más importante para nosotros es la educación diabetológica –sostiene Nydia–. La persona tiene que conocer su enfermedad, aprender a convivir con ella y a evitar las complicaciones. Esta educación se apoya en cinco pilares: autocontrol, medicación, plan de alimentación, actividad física y apoyo emocional.”
La tendencia actual, según el Dr. Alvariñas, es que el diabético tenga una alimentación normal y equilibrada evitando las azúcares y no abusando de los hidratos de carbono y las grasas. En cuanto a la actividad física, recomienda, por lo menos, caminar 40 minutos por día, “un ejercicio que en realidad conviene a cualquier persona para vencer el sedentarismo”, asegura.
El embarazo es posible
Uno de los fantasmas más temidos por las mujeres diabéticas es la imposibilidad de tener hijos. El Dr. Alvariñas asegura que si la mujer es tratada por un equipo formado por un obstetra, un diabetólogo y un neonatólogo en conjunto, tiene las mismas posibilidades de tener un hijo que cualquier otra mujer. Además, no necesariamente le transmite la enfermedad, ya que la predisposición genética sólo se da en algunos casos. La ventaja que tienen es que conocen su enfermedad antes de quedar embarazadas, por lo que es muy sencillo tratarlas y llevar adelante el embarazo con éxito.
Este no es el caso de las embarazadas que contraen sin saberlo diabetes gestacional, un síndrome que no presenta síntomas pero que si no se trata puede provocar la pérdida del embarazo en el 15 % de los casos. Cuando se diagnostica y se controla (con dieta, actividad física y a veces, medicación) ese porcentaje disminuye al 1%. Esta afección es mucho más frecuente de lo que se cree. La Sociedad Argentina de Diabetes llevó a cabo un estudio en 3.000 mujeres embarazadas no diabéticas elegidas al azar y descubrió que el 6 % padecía diabetes gestacional sin saberlo. El 10 % eran obesas y el 8 % tenía antecedentes familiares. El resto eran mujeres sanas sin razones ni sospechas para padecer esta enfermedad.
Otra ventaja de diagnosticarlo a tiempo es que la mujer ya está preparada para el futuro. Ya que, aunque este tipo de diabetes desaparece después del parto, reaparece entre 10 y 15 años después como una diabetes de tipo 2. De esta manera, la mujer que sufrió diabetes gestacional, se controla habitualmente para detectar y comenzar a tratar la enfermedad en el momento en que surja.
El Dr. Alvariñas aconseja que las embarazadas que posean las características de los grupos de riesgo, mayores de 30 años o que hayan tenido abortos espontáneos, se realicen el estudio de curva de glucosa ya que pueden haber sufrido diabetes gestacional sin saberlo. “No se sabe con certeza –admite el Dr. Alvariñas–, ya que una vez que desaparece el embarazo, desaparece la diabetes, pero se estima que entre el 24 y el 28 % de los abortos espontáneos se deben a la diabetes gestacional sin diagnóstico”.
Adiós fantasmas
Los avances de la medicina en el tratamiento de la enfermedad permiten que el diabético lleve una vida normal y alejaron para siempre fantasmas como la ceguera, la amputación de miembros por gangrena y el infarto. Sin embargo, una buena parte de la sociedad sigue estigmatizando al diabético. En muchos trabajos son rechazados por temor al ausentismo y a las complicaciones propias de la diabetes y hasta el año pasado no existía una ley que les garantizara el acceso a la atención y medicación por parte de las obras sociales y prepagas.
En mayo de 1999 se reglamentó la Ley Nacional de Protección al Diabético 23.753 y está vigente, aunque en la Sociedad Argentina de Diabetes reciben muchas denuncias por incumplimiento. Las disposiciones más importantes en resguardo del enfermo, que rigen para todas las obras sociales, prepagas y hospitales públicos son: insulina gratuita, hipoglucemias orales al 70 % de su valor, tiras reactivas para el control de sangre y orina gratuitas y atención médica integral para el diagnóstico, tratamiento y prevención.
La falta de información hace que muchas personas con diabetes desconozcan la vigencia de la ley y no exijan su cumplimiento. La misma falta de conocimiento que provoca que la diabetes sea una epidemia silenciosa, cada vez más peligrosa.
“TUVE DIABETES GESTACIONAL”
María Claudia Pedrayes siempre había pesado 53 kilos y la posibilidad de padecer diabetes no se le había pasado por la cabeza. Cuando quedó embarazada de su primer hijo, su vida dio un vuelco. Con un aumento de 30 kilos, su obstetra le hizo hacer una curva de glucosa que determinó que padecía diabetes gestacional. “Comía como loca –recuerda–, todo el tiempo tenía hambre y me moría de sed y tomaba litros y litros de gaseosas.
Cuando me diagnosticaron la diabetes me sorprendí, nunca me imaginé que me podía pasar a mí, no había nadie en la familia con la enfermedad. Por suerte, una vez que la descubrieron me empezó a tratar un especialista, mi hijo nació sin problemas y la diabetes desapareció. Cuando me embaracé por segunda vez, reapareció y me controlaron con dieta y gimnasia. Con mi tercer hijo, ya me tuve que inyectar insulina porque tenía los niveles de glucosa muy altos.
Unos meses después del nacimiento, –yo no me seguí controlando– un día me empecé a sentir mal, ni me podía levantar de la cama. En el sanatorio descubrieron que tenía la glucosa altísima y desde ese día se me declaró una diabetes de tipo 1 que me convirtió en insulino dependiente. Eso significa que me tengo que cuidar de por vida. Tengo que medirme la glucosa diariamente e inyectarme insulina. Aparte como sanamente, no me salteo las comidas y corro en una cinta todas las mañanas.
La diabetes te vuelve ordenada, tenés que hacerle honor a la vida sana. Hoy tengo 38 años, peso 55 kilos y hago una vida normal y llena de actividades como la de cualquier mujer. Además de mis tres hijos, un marido y una casa, también tengo una empresa de comunicación. Y todo se puede hacer perfectamente aún teniendo diabetes. La idea de que el diabético es un enfermo que no puede hacer nada, es un mito.”
TODAS LAS NOVEDADES
Lapicera digital. Permite transportar cartuchos de insulina sin refrigeración y aplicarla con un simple botón, seleccionando la dosis digitalmente.
Insulinas de nueva generación. Las insulinas pueden ser bovinas, porcinas, semisintéticas y sintéticas o recombinantes.
Estas últimas hormonas modernas se logran a través de la ingeniería genética en laboratorio. Los análogos de la insulina se obtienen modificando su estructura original, lo que permite hacer hormonas insulinas con distinto tiempo de acción.
Trasplantes. Están en fase experimental. Se trata de trasplantes de células del páncreas que permitirían que pacientes insulinodependientes dejaran de depender. Apuntan a un pequeño grupo de diabéticos de tipo 1, que experimentan bruscas subidas y bajadas de sus niveles de glucosa y, por lo tanto, dificultan llevar adelante una vida normal.
Blisters para medir la glucosa. Son fácilmente transportables y permiten que el paciente se mida la glucosa solo pinchándose la yema del dedo.
CGMS. El Continuous Glucose Monitoring System se usa durante tres días para medir los niveles de azúcar de la persona según lo que come y su ritmo de vida, para hacerle un tratamiento personalizado.
PALABRA DE ESPECIALISTA
“La diabetes es un mal en crecimiento”
Por Agustín Andrade (*)
“Se están preparando grandes novedades para el tratamiento de la diabetes, ya que es una enfermedad en crecimiento, debido a la obesidad. Uno de los próximos adelantos es la insulina por inhalación que va a ser aprobada en el 2001 en Estados Unidos. Pero también hay novedades de diagnóstico. Los pacientes tienen un 24 % de posibilidades de mejorar si se tratan tempranamente, pero si no se controlan no hay manera de que retroceda la enfermedad.
Una de las innovaciones, que ya estamos usando, es una máquina que mide la variación del ritmo cardíaco y sirve para detectar las neuropatía (que se produce cuando la diabetes afecta los nervios), que puede generar infartos, problemas en la vejiga, impotencia y derrames cerebrales. Este aparato mide el grado de infección que hay dentro de los nervios, o sea: cuanta afección de diabetes tiene uno adentro del cuerpo. Esto es de mucha utilidad, ya que el 70 por ciento de los pacientes con diabetes tienen neuropatía. Ahora, antes de que se produzcan las complicaciones, estamos viendo quién tiene riesgo y podemos modificar el tratamiento de la diabetes.
Otra novedad son los equipos para medir la diabetes continuamente y no esporádicamente con una pinchadura de dedo como hasta ahora. El mayor logro va a ser cuando se pueda medir el azúcar a través de rayos infrarrojos, aunque esta técnica todavía se está estudiando.
Por ahora estamos utilizando algo similar. Se hace un estudio (parecido al del holster con el corazón) con un aparatito con la forma de un beeper, que se usa durante tres días para ver cómo funcionan los niveles de azúcar de la persona, según lo que come y su ritmo de vida, para hacerle un tratamiento personalizado. Por ahora es lo mejor que tenemos.”
(*) endocrinólogo del Mount Sinai Medical Center y Profesor en la Universidad de Miami, especialista en diabetes y problemas metabólicos.
DIRECCIONES UTILES
* Taller “Charlemos sobre diabetes”. Hospital Pirovano, jueves 19 hs. Tel.: 4687-5229.
* Federación Argentina de Diabetes. Tel.: (0342) 4530952 (Secretaría en la provincia de Santa Fe).
* Asociación de Defensa del Diabético. Lavalle 1282 3º “A”, Cap. Tel.: 4382-3414.
* Liga Argentina de Protección al Diabético. Tucumán 1584, Cap. Tel.: 4371-8185.
* Asociación Argentina de Protección al Diabético. Italia 2550, Villa Cabrera, Córdoba. (0351) 4800173.
* Consultas en Miami: www.saludmiami.com
SINTOMAS
* Fatiga o cansancio intenso.
* Visión borrosa.
* Sed constante.
* Debilitamiento muscular.
* Hormigueo y adormecimiento de las extremidades.
* Infecciones recurrentes en la piel y cicatrización lenta.
* Impotencia sexual en hombres jóvenes.
* Infecciones repetidas en los órganos genitales.
fuente: parati.com.ar
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